lunes, 19 de septiembre de 2011

Entender para sospechar

La historia es la cortina que filtra la luz de los secretos.

miércoles, 7 de septiembre de 2011

Melodramática apertura inoportuna de un joven opaco


El otro cualquiera: ¡Hey, parcero! ¿Bien o no?

Un yo cualquiera: Bien, hermano…

El otro cualquiera: ¿En qué andas?

Yo: ¿Sabes? Últimamente me dedico a conocer, a leer, a escuchar a las personas que antes no escuchaba; incluso de quienes me burlaba… ahora me burlo de mi pasado (risillas). Me angustia saber que sé más que algunas personas, y que en cierta medida yo soy una de esas personas con respecto a ciertos otros compañeros o amigos que saben mucho más que yo; no sé si gozo o padezco de ambición intelectual pero lo importante para mí es saber cómo puedo servirle a la sociedad; aunque me reconozco como un inútil (risillas) ¿sabes? A veces pienso que la famosa ética de trabajo está basada en el egoísmo: cada quien se busca un trabajo para darse gustos y gusticos; para superar frustraciones y de esta manera se pierde el interés por el conocimiento… y sin conocimiento se pierde toda posibilidad de entendimiento; y no digo que saber o leer o escuchar a gente que sabe mucho sirva para entenderlo todo, pero más o menos empiezas a conocer las razones de un sufrimiento… o de la melancolía; (traga saliva) y vivimos en una sociedad del sinónimo, cuando nada se entiende pero todo se iguala a lo mismo: el ateo es humanista, y el creyente es ateo por días; el pie es el balón, el balón es la rueda, la rueda es el pie; entonces desplazarse es andar en ruedas. Las palomas son cristales, los cristales son páginas transparentes de silencio escrito: el único libro que la gente lee es el que no le interesa entender: la realidad que destruye todo ecosistema; una sociedad de cosas que son eso que precisamente no son…. en fin… y vos, ¿cómo vas?

El otro cualquiera: Bien hermano trabajando como un hijueputa, con ganas de novia…

Un yo cualquiera: ah, bacano.

lunes, 5 de septiembre de 2011

Variados días nocturnos


Si acaso me sorprende el recuerdo de su aroma, el viento es viernes. Extraño su voz, y el aire es ron. Me tomo unos cuantos y la urbe es césped. Regreso a mi cuarto y quisiera encontrarla allí: sin explicaciones.