La Iglesia somos todos:
creyentes, agnósticos, ateos. Algunos ministros, autoridades de la Iglesia
católica colombiana, aceptaron dinero, riquezas de la mano de Pablo Escobar.
Muchas personas (parte del cuerpo de la Iglesia), consideran que él, Pablo, era
muy bueno porque daba mucho, muchas cosas.
Cristo, sus parábolas, son para mí un eje moral, una energía vital con la cual
siempre estoy en permanente diálogo. Recuerdo el pasaje bíblico narrado en
Lucas 21, referente a la ofrenda de la viuda pobre. Jesús se encuentra en el
templo junto con sus apóstoles, y ven a algunos hombres ricos dejar
ofrendas cuantiosas en las cajas, mientras que una anciana, pobre y viuda solo
echó dos moneditas de muy poco valor. Jesús
les dice: “Les aseguro que esta viuda pobre dio más que todos los ricos, porque
todos ellos dieron de lo que les sobraba; pero ella, que es tan pobre, dio todo el sustento que tenía”. Hay otras traducciones, con resoluciones diversas, pero creo
que la idea principal se conserva en cada una. Sobre Pablo, sobre todos los traquetos que
pretenden lavar sus malas acciones a fuerza de regalos, de ofrendas cuantiosas, recae este comentario, este juicio del Mesías: están dando de lo que les sobra, no de lo que les
falta. Hoy, esa anciana viuda y pobre, representa a muchas personas: el padre de
familia que a pesar de la crisis generada por la pandemia, decide invertir en
la educación de sus hijos, por ejemplo.