viernes, 28 de mayo de 2021

Manojillo de ironías

 

Antes, el acto era conectarse a Internet. Una llamada podía tumbar la conexión. Navegábamos frágilmente, pero con cierto rumbo.

Ahora, el acto es desconectarse de Internet. Aún dormidos estamos navegando, pero ya sin rumbo, en un scroll infinito producto de la adicción.

Sí: más que navegantes, somos náufragos. 

A veces, un chispazo, un reflejo, un dolor, nos hace recordar la utilidad de Internet. 

 

Hace algunos años, un grupo de hombres y mujeres se cansaron de Dios y lo convirtieron en idea, fetiche y sofisma.

Confío que algún día se repita la ocasión, la víctima no será menos inocente: un feral Zaratustra se pregunta, en la mitad del bosque: "¡Cómo es posible! Este Santo aún no ha oído que Internet ha muerto".

Y con su muerte, ¿cuánto arte? ¿Cuánta música sanadora? ¿Cuántas verdades? ¿Cuántos blogs como este?  


viernes, 21 de mayo de 2021

Una opción para el futuro de la industria de la Música.

 

Obra por Federico Fernández Gärtner

La música puede sobrevivir sin industria; la industria incide en la naturaleza de la música. Todo está en transformación constante: algunas cosas pasan (el Ipod, las mp3), otras no (el vinilo).

 

Anoche tuve un sueño: me encontraba con dos amigos de mi hermano. Solo conocía a uno. Él me presentó al otro; ese otro me invitó a subir a su oficina de diseño. Allí, me encontré con su colección de música. Tenían una versión libro-álbum, de unos 210 x 290 mm, del Madrileño, de C Tangana. Luego, me dijo: “¿Has escuchado a….?” No. Le respondí. Su incredulidad le hizo llevarse las manos a la cabeza. “Lo tenés que escuchar”. De la vitrina empezó a seleccionar unos muñecos, figuritas. Me dio una: ese muñeco era el disco. Luego, se arrepintió, y tomó otro muñeco: “No, mejor escuchá este”. Yo lo recibí. Venía en una cajita de solo dos lados: la de atrás y la base. En el reverso de la de atrás, venía la lista de canciones. “¿Sabés cómo funciona?”, me preguntó. Yo asentí porque en el sueño lo sabía. Luego, desperté sin saber cómo hacerlo funcionar.

Sin embargo, creo que esto puede representar una forma no sé si nueva, pero al menos sí interesante de vender la música.

En las circunstancias habitacionales actuales, tener una colección de cd’s o de vinilos, es un lujo, y como todos los lujos, resulta innecesario: sí. Lo ideal sería que a los músicos nos pagaran por nuestro trabajo, pero esos tiempos muy probablemente nunca volverán. Internet privilegió más unos oficios que otros: la música se benefició en algunos aspectos, pero en cuanto a los ingresos, la cosa, que de por sí era complicada, se complicó aún más. No obstante, la gente siempre va a querer tener cuadros, objetos de adorno, muñecos: al contrario de los cd’s, nunca he escuchado a nadie decir que las figuras de acción tienen los días contados. Así las cosas, una figura puede ser un hipervínculo, un medio para llegar a cierta música, la cual, obviamente, estará disponible de manera gratuita en internet. Tal vez, esa figura te permita acceder a contenidos inéditos o privados (como Netflix), pero en general todo será en torno a la condición ornamental del arte.

 La imaginación vuela: sueño una figura para el Valeria Morning, o para todo lo que se viene con Insomnio en Aves. Pienso en Iron Maiden, en las bandas que se asegurarán de nunca abandonar el panorama: pienso en un holograma para el Dark Side of the Moon. Pienso, sueño, anhelo y todo lo  comparto acá porque no es un secreto: fue una idea que decanté del inconsciente colectivo: tarde o temprano alguien lo hará y espero que no exista ese “genio al cual se le ocurrió esta historia”. Aunque muy probablemente, se dirá que la idea le pertenece a alguien de Londres, o Nueva York, o Tokyo.  

   


miércoles, 19 de mayo de 2021

Mestizos en contra del mestizaje

 

El Ballet Folklórico de Antioquia cuenta con una obra llamada “Colombia Viva”. La versión que más me gusta es la del año 2003. En esta, se fusionan danzas folklóricas (currulao, mapalé, bambuco, pasillos, contradanzas, joropo, redovas, cumbias y hasta una moña) con el ballet (que no deja de ser una forma de folklore) y bailes contemporáneos. Este show es sin duda muy especial e importante en un país segmentado por la guerra y dividido por los regionalismos; representa una opción para unirnos como nación, más que las victorias efímeras que nos puede –o no- brindar la selección del fútbol, o las políticas de los gobiernos de turno.

El caso es que hace días, mostré esta obra en clase.

Una alumna, proveniente de Tumaco, Nariño, me confesó su molestia. No le gustaba que en esta obra se contaminara el currulao con pasos de danza contemporánea, o el mapalé con el ballet; que le molestaba e incluso ofendía que se irrespetara la pureza que, según ella, deberían conservar estos bailes típicos (como si los mismos no fueran un producto de mezclas y mezclas). En el momento, asumí en silencio su comentario, no sin dejarme de molestar, y lo dejé pasar. Luego, esa molestia se convirtió en advertencia: eso es un complejo y un riesgo, es decir, la búsqueda, por parte de los mestizos, de una supuesta pureza, puede llegar a ser violenta. ¿No es acaso innecesario? La contradicción es evidente: mestizos en contra del mestizaje, la respuesta radical de los pueblos históricamente más golpeados. Ella creerá ser negra – negra, y quizá no acepte su condición de mestiza: la lucha actual en contra del racismo nos pide evolucionar estas clasificaciones, tender hacia lo que nos une, y no andar insistiendo en divisiones, sin que esto implique – por supuesto -  perder el detalle, y dejar de valorar y apreciar los sutiles matices que caracterizan a un grupo humano, y a sus formas de expresión lingüística, pictórica, musical, dancística, gastronómica, literaria.