miércoles, 14 de noviembre de 2018

Padres y amigos



Me gustaría tener hijos por la misma razón que me gusta tener amigos: nunca dejar de aprender. Esto surge de una confianza: sentir que mis padres y también mis amigos han aprendido de mí. Es un intercambio implícito. Es un clima perfecto a pesar de las ocasionales lluvias. En ciertos momentos, la relación con los padres es otra amistad: hay que cultivarla. Saber leer entre líneas.  Anticiparse al dolor. Evitar el daño. Las ocasiones y los eventos son solo eso: ocasiones y eventos. Y muchas veces en esas fiestas anuales, celebraciones programadas, no hay nada de qué hablar; el balón no rebota porque está desinflado. Los temas vuelven a ser los mismos porque no se crearon nuevos. Igual, no a todos les interesa ser amigos de sus padres porque mantener vivo el vínculo pareciera ser más una obligación que una elección (… o incluso, una aventura). Pero es una realidad que a los hijos y a los padres, así como a los amigos, no solo los unen el pasado y los problemas: pueden haber proyectos en común: coleccionar mares o ríos, por ejemplo.