Tal vez la felicidad, más que un
episodio, sea una cotidianidad o un modo de vida. Hoy lo pienso porque sé que fui un afortunado al haber
compartido cotidianidades con el maestro Gildardo Lotero. Las voces siguen
siendo a pesar de quedarse sin cuerpo: la memoria se vale de una misteriosa
acústica, de una física que nos resulta oscura, no porque sea malvada sino
porque es indómita, aterradora y atractiva. La memoria, como una cotidianidad,
será ahora la encargada de unirnos. Me hará falta: diré que recuerdo como
diálogos de un sueño cada uno de nuestros encuentros, que lo veo mirarme, corregirme, recomendarme a Paul Auster, compadecerse de mí, reír conmigo… y de mí. Hoy vuelvo a este documento, Discurso sobre el Estilo, de Georges-
Louis Leclerc conde de Buffón, el primero que nos dio a leer, el primero que
leí durante la carrera. Recordarlo es recordar amistades; avivar el fuego de
mis diecisiete años; volver a sentir que falta mucho para cumplir 23 y, no sin ingenuidad, poder entonces
decir “crecí”. Él fue una luz temprana para este muchacho miope; él será una
estrella que brilla y sin estar ahí.