martes, 9 de febrero de 2016

Conversaciones mentales



Colombia es un país vasto. Tantos ecosistemas. Tantas formas de vida. A veces la cultura se queda corta. No corresponde a esa vastedad. Vemos a Colombia como un país tropical pero por tropical entendemos solamente Caribe y por Caribe sólo queremos entender calor, agua, playa, océanos, calentura, virilidad, ánimo sanguíneo, apasionamiento, tambores, movimiento de hombros y un danzar sin despegar los pies del suelo. Mucho sabor del concepto “tropical” ha quedado fuera, ha sido sometido a su vez por un pobre entendimiento del concepto “sabor”. Por eso tantos músicos manifiestan sentirse muy honestos al entonar un reggae cumbiero que no deja de sonarme rancio, o un electro pop con ganas desesperadas de sonar a son cubano, o un rock fusión con salsa, etcétera, etcétera (desafortunado etcétera en esta ocasión). Pienso que si bien nos aceptamos como país tropical y caribeño debiéramos entender que no todo es calor y eso que arriba no sin desagrado recién mencioné; también hay ecosistemas como el bosque de niebla. También hay páramos. También hay una frialdad densa, espesa, dolorosa, armoniosa, alegre, tenue, que nos es nuestra. Una frialdad tropical auténtica y hermosa que mereciera ser reconocida (no sólo protegiendo a los páramos de la minería, por ejemplo) siendo alabada dándole nosotros su representación sonora.