martes, 25 de octubre de 2022

La causa raíz

 

La idea es común: el mayor mal de Colombia es la corrupción. Aún así, no la consideramos como un síntoma sino como el mal de fondo, y es entendible porque los problemas que derivan de la corrupción son muchos y variados, haciéndonos creer que semejante motivo es suficiente para que sea esta, la corrupción, la causa raíz. No obstante, la corrupción se asienta ("se acumula lenta y suavemente sobre...") en el clasismo. Sí: en esa lucha entre estratos, en las violencias cotidianas a las que muchos paisas nos hemos acostumbrado ya.

Sin embargo, señalar al clasismo como la causa más profunda y mineral, también sería detenernos en lo parcial. En un fondo falso. En una superficialidad que se agotará pronto y no precisamente en la concisión sino en la digresión y en la tentación de abusar de referencias marxistas.

El motivo del clasismo es el miedo. El miedo es la causa raíz. Creer que necesitamos de mucha riqueza para llevar una vida de buen gusto, de acceso a la cultura, de viajes.  Estar seguros que necesitamos de mucho dinero para poder acceder a la educación, a la comida, al aire puro, al silencio del campo, al saber médico. Sentir que pobreza e inseguridad son lo mismo; el miedo fundó la guerrilla, el miedo fundó el paramilitarismo. El miedo trenza alambrados de púas, eleva garitas de vigilancia privada. El miedo nos desdibuja la realidad, figurándonos un mundo de absoluta competencia en el que, por ejemplo, la salud mental, en vez de ser un derecho (lo que es y debe ser) termina por convertirse en un lujo.
¿Cuántas veces Cristo nos pide no tener miedo? Y no es que se quede ahí, en el enunciado negativo: "abran las puertas de su corazón", concluye su sugerencia. 
La humildad, supongo, es resultado de resolver los miedos, la base más sólida para construir una sociedad, una relación, una vocación.