lunes, 20 de enero de 2014

El "yo" estático, intimidante como enero.


El  futuro transforma el pasado tanto como el pasado incide en el futuro. Vivir a la defensiva,  prejuzgándonos a nosotros mismos, es una decisión. ¿Qué es lo importante? ¿Sentir que nos envuelve un halo de identidad y personalidad, según las cuales solemos calificar cada una de nuestras acciones? Nos cuesta dialogar en la actualidad. Es evidente: conciliamos puntos de vista, nos relacionamos sin ambiciones de convencimiento, la pasamos bien, pero nada parece servirnos; sabemos “el camino”, pero se ve tan incómodo y a la vez tan sencillo que deja de sernos posible y propio, a nosotros, dueños de la actualidad y la exclamación de la tecnología en las comunicaciones; a nosotros, a gusto en la ansiedad y en los trastornos, ilusos poseedores de la libertad con la que hoy más que siempre fantaseamos sin lograr vivirla, al punto de relativizarla y considerarla como una palabra más, como la felicidad o la tristeza, mientras nos desvanecemos en la insolencia y en distintos hábitos de apaciguamiento, sin permitirnos siquiera creer en la posibilidad de que si bien no existe una total libertad e independencia, por lo menos debiéramos esforzarnos por poder elegir ese amo que nos esclaviza (¿siempre a cambio de placer?).

Luego de permitir que las emociones se asfixien en nuestro silencio para nada sabio, al encontrarnos con las exigencias y los límites que nos impone el licor nocturno con el que acostumbrábamos calmarnos, cualquier emoción corresponderá a  un nivel diferente de rabia, culpa y vergüenza.
No necesitamos comunicarnos para informarnos acerca de nuestros planes profesionales o para estar al tanto de los últimos hechos noticiosos, sino principalmente para saber cómo nos encontramos, y me basta escribir esta última expresión para sentir que no podría asegurar cómo me encuentro a mí mismo pues me separa mucho tiempo de la más reciente cita conmigo, y también debido a que mis emociones han perdido sus fronteras; recuerdo sus nombres pero de nada me sirven porque me cuesta distinguirlas y nombrarlas.