Luego de leer a Jaron Lanier, siento que siempre estuve en lo correcto al desconfiar del impacto de las redes sociales. No es un proceder ludita ( o neo ludita ) apagarlas, cancelarlas, rasgarlas; es comprender que internet ha desvalorizado el trabajo de los músicos, y la música misma, amplificando a los haters, volviendo legal la payola. Hoy estoy realmente agotado. Mi sueño es lograr buena música; buenas obras, más allá de lo que el pop concibe como bueno, más allá del rock. Lograr canciones que muevan, que emocionen, que den paz. Eso es por lo cual trabajo arduamente.
Mi ego me dice: es imposible que no vayas a ser famoso. Tanto como descree de la muerte.
Durante mucho tiempo fantaseé más de lo que imaginé (imaginar es distinto a fantasear), pero hoy es diferente: en conjunto y en mi intimidad, cada día, trabajo arduamente para lograr comprender mejor las fibras de un buen hacer musical. Esa rutina, ese hábito, es lo principal. Lo demás es bullicio, como dice mi papá.
Hoy quisiera que aquella persona interesada en escuchar nuestra música, deba enviarnos un mail.
Contactarnos. Lo gratuito no debe ser quedar a la intemperie. Queremos conocerlos. Vernos.
Las publicidades pagas, esas inversiones sistemáticas para ganar "views" y "followers" no solo tiñen las obras de números y cifras falaces, además agreden nuestro idioma (como si fueran palabras bonitas). Desde un punto de vista no es desperdiciar nuestro dinero; pero sí es un uso malicioso y falsamente estratégico. Y hay un momento en el que me duele, porque ese dinero no es mi dinero. Ese dinero es el dinero que como docentes obtenemos gracias a las familias que pagan por la educación de sus hijos. Sí: yo trabajo y me lo gano; pero mi florecer debe ser lo mejor de mí y este dinero debe ser aprovechado no por YouTube y las agregadoras, sino en torno a ideales más nobles.
No es que como agrupación queramos ser famosos; en el fondo, queremos ser parte de una industria que alimenta los sueños de las personas, que le ayudan a seguir, que alienta. La música es la industria de los sueños.
De la ensoñación.
La música nos convierte en protagonistas de nuestra propia vida.
Y nos da fuerza para vivirla.