jueves, 28 de junio de 2012

Como la hoja de biao...



…Lady GaGa es una respuesta cultural. Además ella, a diferencia del gastronómico recurso al que he acudido para ejemplificar, es el resultado de una cultura  (¿o debo decir de una mayoría?) distinguida por buscar la creatividad en la extravagancia y la fortuna en el derroche;  aquella que construye su humanidad de manera opuesta a los principios sencillos y parsimoniosos propios del ordenamiento natural.
Son modos de vida y modelos de pensamiento que nada tendrían de malo si no nos encontráramos en un punto límite de la historia, en el que muchos ecosistemas, especies  y sociedades se encuentran en peligro. Serio peligro. 

Está bien el cambio pero pienso que este debe corresponder a una actividad consciente y sesuda y no a una intensa reacción a los impulsos sembrados en el inconsciente por la propaganda, la publicidad y en general, por cuanto mensaje mediático (sea el que sea) que sublime y promocione la vanidad, el egoísmo, la humillación y la desigualdad.
  
Diría que Lady GaGa antes de ser una muestra musical, es una muestra de teatro y antes de teatro, es una expresión creativa; igualmente, previo a ser una expresión creativa, me parece una mera exposición económicamente posibilitada de los elementos cargados en el inconsciente como los que cualquier persona occidental de veintitantos años podría conservar, y como núcleo, antes que todo, por la falta de mensaje en esa exposición y por la posterior decisión de exponerlos y auto adorarse en el hecho, es una manifiesta falta de consciencia y pérdida de la sensatez.  
Tal es la razón por la que gustan tanto sus videos: porque somos muchos los de su tipo. Somos muchos los dependientes de la hiperrealidad. 

Por eso estamos como estaremos hasta cuando el río radioactivo de Fukushima o Chernóbil nos arrastre y nosotros, como micos ante el fuego, huyamos desplazándonos de lado, con las piernas abiertas y palmoteando en el piso, incriminándonos y echándonos la culpa los unos a los otros por medio de agudos golpes de sonido. Será este el parto de los nuevos dioses. Así los individuos volverán a preguntarse por la cantidad de ojos que necesitan para sentirse observados y protegidos, y superar de esta manera el miedo que produce reconocer que no somos nadie y que logramos entender muy poco. 

miércoles, 27 de junio de 2012

Es momento de agradecerme...


...por desconocer el adjetivo adecuado para calificar el instante preciso en el que puedo diferenciar entre alegría y felicidad.

martes, 19 de junio de 2012

Helado sabor aguacero



Los modernistas se refugiaban en el campo porque la naturaleza representaba fortaleza y eternidad. Ahora, por todo lo que significa el cambio climático, incluyendo las teorías que le tildan de farsa mediática instituida por logias secretas en virtud de la instauración de un nuevo orden mundial, cuando voy al campo o visito frondosos senderos naturales, me siento visitando a una enferma terminal por la cual nada puedo hacer. Me compadezco de ella y por extensión de mí, porque soy su dependiente y porque su enfermedad me hace vulnerable, me somete a bajonazos constantes, uno tras otro, frente al televisor, frente a los ríos, frente a un paisaje de fábricas humeantes que colorean la neblina. 
Irónicamente, lo favorable de esta condición es que la voluntad suicida del humano contemporáneo se puede negociar, porque muchos de ellos buscan un sentido de vida, ruegan por una ruta, por algo que los guíe; creo que estos mil tiempos que ahora vivimos permiten que el cuidado y la preservación del medio ambiente sean, más que un sentido de vida, un destino donde los sentimientos se pueden regenerar. 
Estúpidamente, hay quienes consideran con vigor antihumano que la culpa es la sobre población, pero yo, de modo contrario, considero que nunca seremos demasiados hombres y que lo que falla es la manera como se organizan las sociedades y como lidiamos con los intereses nocivos que circundan las buenas intenciones, innatas en cada ser. Siendo como somos, comportándonos como nos comportamos, así seamos tan sólo un millón de personas en la tierra, ese millón estará causando un daño similar o peor al que actualmente causamos siete miles de millones.

Todo pende del ritmo, del equilibrio y la naturalidad de los movimientos. El derroche es una vulgar apariencia, una vana muestra de ilusión de poder y autoridad. Un áspero y sucio muro detrás de un sedoso telón. La sencillez es un fundamento que se argumenta por sí mismo, como las formas estables presentes en la naturaleza: burbujas, hojas, plumas. Cada existencia evoluciona según la armonía y ordenamiento presentes en su razón de ser. No sé si tenga algo que ver con la biomecánica…