Según dice el refrán “aquel que mucho se ausenta, pronto deja de hacer
falta”. También lo he escuchado cambiando el "ausenta", por un “aleja”, así: “Aquel
que mucho se aleja, pronto deja de hacer falta”. Ahora bien, más que discutir
si esto es cierto o falso, creo que hay una contradicción tremenda que nadie
parece notar.
Si admitimos el aleja, o sea “aquel que mucho se aleja…” quizá no sea
tan contradictorio pues cabría la posibilidad de que esta lejanía se refiriera
a una condición espacial en vez de tiempo, y por tanto aquel que mucho se
distancia, en tanto se va muy lejos, pronto dejará de hacer falta. Independiente
de su veracidad, es válido.
Pero si dejamos el ausenta, o sea “aquel que mucho se ausenta…” la
posibilidad de aceptar la condición espacial desaparece porque la naturaleza
del verbo sólo nos permite entender esta frase mediante medidas de tiempo. Es
decir, aquel que durante mucho tiempo está ausente, pronto deja de hacer falta.
…Pero, ¿no es acaso evidente que si durante mucho tiempo estuvo
ausente, no ha sido pronto que ha dejado de hacer falta?
Considero que este refrán tiende a culpabilizar y a señalar… igual, ¿para qué hacer falta? No creo que
sea esa la intención de quienes se ausenten o se alejen.