viernes, 18 de julio de 2014

Alejarse versus ausentarse / ¿Tiempo o Espacio? (…y otros títulos engreídos y aburridos)


Según dice el refrán “aquel que mucho se ausenta, pronto deja de hacer falta”. También lo he escuchado cambiando el "ausenta", por un “aleja”, así: “Aquel que mucho se aleja, pronto deja de hacer falta”. Ahora bien, más que discutir si esto es cierto o falso, creo que hay una contradicción tremenda que nadie parece notar.
Si admitimos el aleja, o sea “aquel que mucho se aleja…” quizá no sea tan contradictorio pues cabría la posibilidad de que esta lejanía se refiriera a una condición espacial en vez de tiempo, y por tanto aquel que mucho se distancia, en tanto se va muy lejos, pronto dejará de hacer falta. Independiente de su veracidad, es válido.
Pero si dejamos el ausenta, o sea “aquel que mucho se ausenta…” la posibilidad de aceptar la condición espacial desaparece porque la naturaleza del verbo sólo nos permite entender esta frase mediante medidas de tiempo. Es decir, aquel que durante mucho tiempo está ausente, pronto deja de hacer falta.
…Pero, ¿no es acaso evidente que si durante mucho tiempo estuvo ausente, no ha sido pronto que ha dejado de hacer falta?

Considero que este refrán tiende a culpabilizar y a señalar… igual, ¿para qué hacer falta? No creo que sea esa la intención de quienes se ausenten o se alejen. 

miércoles, 2 de julio de 2014

Apunte breve


En el momento de crear determinado personaje o determinada acción, lo importante es lograr que aparente ser verosímil más que real. O sea, no intentamos que parezca real si no “creíble” dentro de cierto contexto. Superman o la dramática intervención médica del film "Face/Off", por ejemplo. Ahora bien, en el momento de los diálogos de un guión, para lograr tal verosimilitud he debido aprender que en nuestra cultura el silencio no es muy respetado y que pocas personas atienden al sentido de cada palabra, o grupo de ellas, que han de pronunciar; hay muletillas, ruido nervioso y palabras que sobran, y entre tales, es que ambicionamos transmitirnos un mensaje. A veces, esto lleva a que hablar no represente acción alguna, sino solamente eso: hablar. Saludarse, despedirse, quererse, informarse. Sin preguntas hay respuestas, nos decimos pequeñas e inofensivas mentiras a manera de favor. Nuestra rutina se mantiene en procura de evitar ese silencio que usualmente no sabemos manifestar  y el cual nos lleva a preguntarnos: ¿Qué te pasa? ¿Por qué estás serio? ¿Por qué tan callado? ¿Todo está normal? Y en el fondo de estas preguntas palpita una súplica y un control. No queremos que pase nada y se habla muchísimo para que cuando necesites verdaderamente expresarte, ya no quieras hacerlo.