sábado, 16 de mayo de 2015

Parte 2: Me amo


Una confesión que corresponda a una exploración del yo, es una certeza; no se finge: es algo natural. Así, quiero confesar que mi esencia, hoy, es amarme con la misma intensidad con la que he llegado a serme indiferente. Lo reconozco: me amo. Sin solemnidades ni exageraciones; sin exaltarme ni encumbrarme, yo me amo. Y me amo amando la vida, sin evadirme y experimentándome en la acción. Y aunque me moleste aceptarlo, lo considero un logro luego de haber padecido de un narcicismo autodestructivo con el cual me torné autocompasivo y quejumbroso, y con el que además, pretendí imponerme una frenética idea del éxito en la que la fama era el principal objetivo; tal vez me sentía demasiado lindo e inteligente como para ser anónimo. Pero fuera del laberinto de reflejos, de esa interminable y confusa ruta de poses e ideales en la que me sentí perdido, es que he aprendido a conocerme. No me comparo: no me tengo: no soy. El tiempo no pasa: yo paso en él, siendo. En expansión y en éxtasis. Niño hecho de universo.