domingo, 23 de abril de 2023

Acerca del dolor y de la importancia de saber ubicar su origen

 

En enero de 2022 empezó la molestia: una tensión, un dolor vago, en alguna parte entre mi omoplato derecho y la columna. A veces, lo sentía en mi hombro o en el cuello, cerca ya de mi garganta - siempre en el mismo lado. Acudí a varios profesionales de diversa clase de enfoques clínicos: medicina tradicional, medicina tradicional china, terapia neural, reiki. Un par me sugirieron preguntas que consideré caducas pues ya las he tratado a lo largo de mi proceso psicoanalítico. También me hablaron de la posibilidad de la fibromialgia, pero la misma naturaleza del dolor evadía esta hipótesis: cuando descansaba un par de días de mi rutina de ejercicio, la molestia se iba. Igual, nunca dejé de lado la actividad física y, como lo recomienda Jeff Cavaliere, no entrené alrededor del dolor sino a través del dolor. En ningún momento sentí que estuviera lesionado, ni tampoco tuve que tomar calmantes o relajantes musculares: con cuidado, neutralidad, constancia y atención supe bailar, armonizar, con esta incomodidad. 
Algún día, a inicios de febrero de este año, luego de un set de velitas (o push ups) apareció el dolor. No sé por qué no se me había ocurrido (así como a ninguno de los profesionales a quienes recurrí), masajear mi pecho: era un puntico exacto, cerca de mi esternón, en la raíz donde se divide mi pectoral derecho en su porción superior y media. Al tocarlo sentí un placer que deseo para ti también: una calma, un gusto de haber dado con la fuente del malestar. La dolencia no se expandía hacia los lados, sino que se irradiaba hacia adentro, hacia el fondo: lo que yo sentía en mi espalda era un eco, una sombra. En mi pecho estaba ese foco de dolor. Masajearlo era traer paz a mi vida, serenarme, satisfacerme. Una fácil metáfora, entonces, surgió casi involuntariamente: "pasa igual con la mente, con los traumas, las fobias, la ansiedad, los duelos, la ira... Saber ubicar el origen de cualquier fenómeno, nos permite identificar, comprender, su sentido". 
En ese momento me sentí muy bien, a salvo conmigo mismo.  


martes, 18 de abril de 2023

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En este blog no escribo como, supuestamente, escribo. La intención de este espacio ha sido la de "hablar" de un modo más suelto acerca de mi proceso de creación - el cual consiste en la composición de cuentos y canciones - y de algunas creencias personales (ya que que el criterio es o debiera ser un tejido de ideas más vasto, consistente y pulido que una serie de tuits y espontaneidades). Salvo por las publicaciones líricas logradas junto a Insomnio en Aves, y algunas reseñas de libros redactadas en mi cuenta de Instagram, no hay cómo saber que desde hace unos diez años, aproximadamente, he estado escribiendo un libro. Sí: he publicado en El Espectador un par, asistido a talleres de escritura y quizá haya contado algo acá. No obstante, de esa voz que es suma de varias voces - voz que considero como mi verdadera manera de escribir - no hay ningún registro acá, por lo cual este grupo de textos del blog, los cuales en un principio fueron satelitales en relación con mi "verdadera obra", han venido convirtiéndose en "mi obra", al punto que Diane, una amiga editora de Francia a quien suelo citar frecuentemente, me pidió permiso para traducir y publicar una de estas entradas de blog. Hace unos días, al ver finalizada mi obra, mi "Verdadera Obra", titulada "Finas Capas de Ficción", recordé "El Espíritu del Éxtasis", esa pequeña escultura plateada que adorna los capós de los Rolls Royce. La describo: una mujer se inclina hacia adelante, con sus brazos extendidos hacia atrás, impulsando así al vehículo entero. Mi vida, o sea mi vida literaria, es decir, los textos presentes en este blog, las canciones que he compuesto para Las Deseo y para Insomnio en Aves, además de las lecturas que hago, son el carro; el libro que publicaré es esa pequeña escultura que le da una identidad al modelo. Su tamaño, comparado con el de una llanta o incluso con el de un retrovisor, resulta insignificante -así como son breves los cuentos que integran esta serie-, pero su presencia es lujo y aval pues tiene más valía simbólica que la de cualquier otra parte del auto. Son solo esas cuantas páginas en Arial 12, el Espíritu del Éxtasis de mi vida. Son solo esas escasas 100 páginas el motivo que me separó y me acercó a tantos caminos y personas; lo que me hizo estudiar esto y no aquello, desear tal cosa y no otra. La ilusión es evidente: dirán que soy yo el autor de esas páginas, y se conservará casi como un secreto  - casi tan secretamente como se conservaron muchas de estos relatos que este año publicaré junto a Editorial Vásquez - que son esas páginas las autoras mías; y esta idea es algo fácil de entender: si lo que poseemos también nos posee (imaginemos cuánto costaría el impuesto de rodamiento de un Rolls Royce en Medellín), ¿cómo vamos a negar que lo que creamos, también nos crea?".