viernes, 24 de octubre de 2014

Antes de la justa exposición.


Encontrarse con William Blake en un rincón de la rutina. Inspirado por él, aceptar de nuevo antiguos deseos. Todo parecía estar bajo control hasta cuando te leí. Luego todo lo veo bajo tu influjo: los platos sucios que me aguardan, los rostros que veré esta noche desde el escenario, mi herencia genealógica, l@s twitstar que se revuelcan en su falta de contención, y un Wilde que vuelve y me dice: “Se es dueño de lo que se calla y esclavo de lo que se habla”. 
Estar embarazado de varios cuentos, de crecientes ideas, de melodías que deberé formar con palabras y términos… nada leve cuando lo que se tiene por decir es que hubiera sido mejor descubrir a Dios por nuestra cuenta, como un ente perpetuo que aún podemos descubrir y que no depende de las teologías pasadas, sin que nadie nos lo presentara bajo términos caprichosos y con ese malandrito tradicionalista. Creo que eso sería justo; por algo se le conoce como el innombrable. Tal vez esté inmerso en nuestra cotidianidad como un presentimiento logrando que, para algunos, su efecto sea el de la Bloq. Mayús del teclado, mientras que para otros sea el de un somero Esc.
¿No es sagrada esta época? La hierba sigue brotando, ahora mismo alguien nace y el sinsentido existencial se mezcla con el impulso vital. Esto me resulta paradójico pues aunque no sé si la vida tenga sentido, empiezo a creer que es la vida misma, el sentido en sí.