martes, 15 de noviembre de 2016

En la cumbre oscura de mi lucidez


Que tantos sueñen con ser millonarios no es un buen indicador. Diré por qué: muchos desconfían de la manera como están organizadas las cosas y sienten que sólo mediante el dinero podrían blindarse ante ese mal funcionamiento. Sí: sienten que el dinero salva. Que el dinero permite. Que el dinero libera. Que no tendrán que hacer filas, que no los dejarán morir en una sala de espera, que la guerra no se les meterá por el balcón, que todo lo malo y lo feo ocurre allá abajo, entre esas luces convertidas en panorama. Y consideran que evitar o prevenir ese mal funcionamiento es, en efecto, imposible y que por tanto es mejor enriquecerse hasta ganarse el derecho de la abstracción, de no tener que pensar en cómo hacer de su ciudad un mejor lugar o en por qué son esos los candidatos que los partidos están escogiendo como sus representantes. Poder votar no es sinónimo de estar en una democracia. Debemos pedir otro eslabón para nuestra cadena y que amplíen el ángulo de apertura de la puerta un grado más para poder profundizar y entender por qué las cosas van como van. Ahora mismo están ideando viajes interplanetario. Lo trendy será vivir en un satélite mientras los que no tuvimos para escapar de las consecuencias de la indiferencia, nos corroemos en disputas. Somos una especie joven que, como casi todos los jóvenes, padece su falta de autoconocimiento y su vanidosa arrogancia… aunque decirlo así tal vez sea redundar porque, acaso, ¿existe una arrogancia que no sea vanidosa?