sábado, 22 de julio de 2023

Surrender traduce "rendirse" pero yo creía que significaba "sorpresa"

 

Vuelco al futuro todas las imágenes. Alguna tarde, sostendré en mi índice una gota de miel y le diré: "ya conozco a alguien a quien no le gustas... prefiere la panela".  El corazón también es un músculo: la lesión se resolverá con quietud, pero, ¿a dónde migrará el cariño? ¿Será que es un llamado para que deje de actuar como hijo pródigo con la música de Andrés Calamaro y de Charly García? ¿Una invitación para que los escuche de igual forma durante los misterios gloriosos que entonan los comienzos de toda relación de pareja? ¿A dónde va esto, esto que a veces es dolor en las sienes, a veces grumo de insomnio o acidez gástrica? Más que un cliché, mi respuesta es un mantra, un sonido al que vuelvo luego de la dispersión, y que proviene de Demian de Hermann Hesse: las canciones son destinos, pues sentimiento y destino son una misma cosa:


Más, mucho más que conjugar dos imposibles.

Más, mucho más que desgastar los adjetivos.

Más, muchísimo más será para mí confiar y escribirte:

No es tan fácil aceptar un adiós definitivo.


Tú, igual que tú, el cielo también se desviste en lluvia.

Libre, libre en tu abismo, 's la magia secreta de tu prestigio.

Eres ese milagro que surge a través de la angustia.

Libre, libre de augurios, ante el altar de tus delirios. 


Tú, ni hoy, ni después.

Cuesta creerlo aún: es duro perder.

No, no, no te dejaré.

Cuesta entenderlo aún: me transformaré…

Y sembraré colores vivos.

De tanto querer, no habrá vestigios.