martes, 30 de noviembre de 2021

A mi amiga


29-11-2021/ Tu último canto nos sacó de la siesta. Fue un sonido distinto: esta vez no funcionaría darle golpes a la pandereta... todos te vimos morir. “Brisar oscuridad”, como dice Camilo. Cada uno en su momento te sostuvo. Coincidimos en las lágrimas y en los agradecimientos. Fue inevitable recordar mucho. Por ti, para mí, se hizo cotidiano el canto, hablarte con ternura. Creamos un lenguaje hecho de silbidos. Yo te respondía porque tú me respondías. Lo que aprendí de ti, me lo enseñaste sin querer: eras inocente. Sí: solía sentirme mal por la jaula. Te veía ahí, rodeada de plantas, al pie de la ventana del comedor, encerrada de puertas al bosque. Luego comprendí que se trataba de un compromiso: tú no eras nuestra, pero sí era nuestro el deber de darte a experimentar la capacidad que tenemos los humanos de amar. Constructora, tejedora, cantante, inspiración: ahora el bosque te contiene. Un árbol recién sembrado y un hormiguero harán lo suyo, se alimentarán de tu cuerpo, de esa silueta hermosa que me acompañó sin permitirme estar solo cuando el desempleo casi me convierte en un ente insular. Anoche dormí nervioso, tembloroso. A la madrugada me despertó el sonido de la lluvia; fue como si la tierra - también entre lágrimas- te sostuviera ahora, como si así me estuviera avisando que ya te había recibido; que habías llegado muy bien…  

“… pero ninguna tumba guardará su canto”.

viernes, 19 de noviembre de 2021

Íntimas reflexiones nerviosas

 

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El entorno crea una sensación de futilidad con respecto al hacer artístico, sensación que me ha llevado a sentirme deprimido, inútil. Es el desaliento como saludo, como si nada de lo que hago, como si nada de lo que puedo hacer a través de mi sensibilidad, pudiera servir, o como se dice, "darme de comer". Y es de resaltar que "servir" es más que "dar de comer". Conectar con las personas mediante los frutos de la técnica, el rigor y la sensibilidad es algo que sirve, y va mucho más allá de la utilidad. 
He debido trabajar en torno a este sentir y hacer más, con enfoque: porque esa futilidad se traduce en irme de fiesta, en alcoholizarme.
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El amor erótico, el amor de pareja es una idealización en mi vida. La costumbre, la tradición, compararme con los demás, ha hecho que esta idealización parezca un deber ser, y como deber ser se instala, se siente en mi vida como una ausencia. Esta ausencia me inquieta, me angustia, y pierdo mucho tiempo mirando fotos de amistades en Instagram y buscando posibles parejas, dejando de hacer lo que debo hacer, o haciéndolo a medias, o diseminando mi atención, quedando débil, cansado, a medio día. Cuando he tenido pareja, el hallazgo siempre se queda corto con respecto al ideal: pasado un tiempo, me canso de la quietud, sospecho de la calma, y empiezo a mirar y a mirar, a indagar y a diseminar mi atención en fantasías. 
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Me gustan las rutinas, pero no cualquier rutina.