domingo, 4 de febrero de 2024

Acerca de la expresión "comer mierda"

 

La expresión "comer mierda" me parece imprecisa. Expresiva, sí; sugerente, también. Pero, aún así, es peligrosamente débil. Nos acostumbramos a escucharla y a emplearla: "en la vida hay que aprender a comer mierda", "me cansé de comer mierda", "me voy a la USA a comer mierda", "lo mandé a la mierda", etcétera. Además de insistir en la estigmatización del ano y del sistema digestivo, esta expresión deja abierta la pregunta: al hablar de la mierda, de las heces fecales, de ese -probablemente- producto biológico humano que algún día tendrá su mercado, ¿nos referimos al punto máximo de lo indeseado? ¿Más indeseado que las lagañas? ¿Que la sangre o los orines? ¿Que el semen o el fluido vaginal? El asco es una emoción básica del ser humano y comprender su dimensión en la vida propia es algo crucial (al decir crucial no exagero: puede representar un cruce de caminos). Creo que si alguien habla de "comer mierda", hay que pedirle, sugerirle, mayor precisión, claridad acerca del escenario que se figura como indeseado: ¿pocas horas de sueño? ¿maltrato por parte de un jefe? ¿alimentación escasa? ¿exposición a la enfermedad? ¿tener que caminar mucho? ¿seguir evadiendo entre moralismos e inseguridades el deseo de poder? Ser específicos es un ejercicio enriquecedor, que apunta más a lo mágico y lo poético, que a lo prosaico. Esto resultará revelador: la belleza también ilumina; toda palabra es una metáfora. 

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